miércoles, 2 de julio de 2014

Teoría del Proceso Oponente de la Motivación



LOS CAMBIOS EN LAS RESPUESTAS EMOCIONALES COMPLEJAS.

La repetición de un estímulo elicitante origina cambios en los sistemas de respuesta relativamente simples. Sin embargo, numerosos estímulos producen en el organismo efectos mucho más complejos que las respuestas de sobresalto u orientación. Un estímulo puede evocar amor, miedo, euforia, terror, satisfacción, incomodidad, o una combinación de estas emociones.

A continuación vamos a describir el modelo estándar de las emociones evocadas por estímulos complejos activadores de la emoción, y cómo las repeticiones del estímulo alteran este modelo de las respuestas emocionales. Estos temas han sido desarrollados de la forma más sistemática por la teoría del proceso oponente de la motivación por Solomon y sus colaboradores.


La teoría de la motivación del proceso oponente.

¿Qué sucede cuando se presenta un estímulo activador de la emoción y luego se retira? Considérense, por ejemplo, las reacciones de una adolescente a la que se le deja por primera vez un coche. Al principio se pondrá muy contenta y excitada. La excitación se irá apaciguando conforme pase el tiempo. No obstante, seguirá contenta. Si despues de un día o dos ya no puede disponer del coche, sus emociones no volveran a la neutralidad. Lo más probable es que poco después de devolver el coche lo eche de menos. Esta añoranza irá desapareciendo gradualmente.

Es obvio que los diferentes estímulos activadores de la emoción provocan tipos diferentes de respuestas emocionales. Sin embargo, todos los patrones de cambios emocionales parecen tener ciertas características comunes. Solomon y sus colaboradores han llamado a estas características patrón estándar de la dinámica afectiva.

La aparición del estímulo activador de la emoción, como puede ser recibir un coche, suscita una respuesta emocional intensa (alegría), que rápidamente alcanza su punto máximo. Esta reacción extrema va seguida de una fase de adaptación, durante la cual la respuesta emocional disminuye un poco hasta alcanzar el nivel de equilibrio. El estímulo (el coche) continúa produciendo emoción (alegría) durante el estado de equilibrio. Cuando cesa el estímulo (cuando la adolescente tiene que devolver el coche), el estado emocional se transforma rápidamente y aparecen unos sentimientos contrarios a los que se producían en presencia del estímulo. La adolescente ya no está contenta y anhela el coche. Esta inversión del estado emocional, llamada posrreacción afectiva, decae gradualmente a medida que el sujeto vuelve a su estado normal.





Patrón estándar de la dinámica afectiva. Patrón de cambios afectivos ante estím. habituados
¿Cómo reacciona una adolescente una vez que la experiencia de manejar un coche se convierte en una rutina? Si una persona ha tenido muchas veces ocasión de manejar, recibir un coche no le provocará una alegría igual de intensa que a la persona que lo experimenta por primera vez. El conseguir un coche le producirá probablemente sólo una reacción suave. Sin embargo, si en ese momento el coche no está a su disposición, se le creará un malestar y una añoranza más intenso que la primera vez. En el momento que alguien se ha acostumbrado a tener un coche, su falta le originará malestar intenso. Así pues el patrón de cambios emocionales producidos por un estímulo activador de emociones al que se estaba habituado es diferente del modelo estándar de la dinámica afectiva.

En el patrón habituado de respuesta el estímulo suscita solamente una respuesta emocional suave. Sin embargo la posrreacción afectiva es mucho más fuerte que en el patrón estándar.


Mecanismos de la teoría del proceso oponente

¿Qué mecanismos subyacentes producen el patrón estándar de la dinámica afectiva y las modificaciones de este patrón con la habituación al estímulo? La teoría del proceso oponente de la motivación sostiene que los mecanismos neurofisiológicos que intervienen en la conducta emocional actúan para mantener la estabilidad emocional. Así pues, la teoría del proceso oponente es una teoría homeostática. Según esta teoría, una función importante de los mecanismos que controlan la conducta emocional es minimizar las desviaciones de la neutralidad (o estabalidad) emocional.

¿Cómo pueden mantener la estabildad y neutralidad emocional los mecanismos neurofisiológicos? Mantener cualquier sistema en un estado estable o neutral requiere que una perturbación que fuerce al sistema a salir de la neutralidad se encuentre con una fuerza opuesta que contrarreste esta perturbación. Pensemos, por ejemplo en unos niños intentando mantener nivelado un balancín. Si uno empuja hacia abajo un extremo del columpio, el otro extremo se levanta. Para mantener nivelado el columpio, una fuerza que empuje hacia abajo se tiene que encontrar con una fuerza opuesta que mantenga elevado ese extremo.

El concepto de fuerzas o procesos contrarios que sirven para mantener un estado estable es esencial para la teoría del proceso oponente de la motivación.

Esta teoría sostiene que un estímulo que despierta una emoción saca de la neutralidad al estado emocional de la persona. Se supone que esa desviación de la neutralidad emocional desencadena un proceso oponente que contrarresta la desviación. Los patrones de comportamiento emocional que se observan inicialmente y despues de una amplia experiencia con el estímulo, son atribuidos a distintos aspectos del proceso oponente y al momento en que este se produzca en relación con el momento en que ocurre la perturbación emocional primaria.

Se puede suponer que el proceso oponente es algo esencialmente ineficaz. Va a la zaga de la perturbación emocional primaria y sólo después de una práctica repetida resulta eficaz para contrarrestrar la perturbación primaria.

La teoría del proceso oponente sostiene que la presencia de un estímulo activador de emoción suscita inicialmente lo que se ha llamado proceso primario o proceso “a”, que es el responsable de la calidad del estado emocional (alegría p.e.) que se verifica en presencia del estímulo.

Se supone que, a su vez, el proceso “a”, o proceso primario provoca un proceso oponente o proceso “b”, que origina la reacción emocional contraria (descontento p.e.).

Siguiendo esta teoría, los cambios emocionales observados, cuando se presenta un estímulo y después se retira, reflejan el resultado neto del proceso primario y del proceso oponente. La intensidad del proceso oponente se resta de la intensidad del proceso primario, dando lugar a las emociones que de hecho aparecen.

Cuando el estímulo se presenta por primera vez, el proceso “a” aparece sin encontrar oposición por parte del proceso “b”. La reacción emocional primaria puede por tanto, alcanzar su punto más alto. El proceso “b” se activa entonces y empieza a oponerse el proceso “a”. El proceso “b” reduce la intensidad de la respuesta emocional primaria y es responsable de la fase de adaptación del modelo estándar.
La respuesta emocional primaria alcanza un estado de equilibrio cuando los procesos “a” y “b” han llegado cada uno a su máxima intensidad durante la presentación del estímulo. Cuando el estímulo se retira, el proceso “a” cesa rápidamente, en cambio el proceso “b” permanece en el tiempo.

Así pues, el proceso “b” no tiene ahora nada que oponerse. Por tanto, las respuestas emocionales características del proceso oponente se hacen evidentes por primera vez. Esas emociones son, habitualmente, contrarias a las observadas durante la presencia del estímulo.

La suma de los procesos primarios y oponente explica satisfactoriamente el patrón estándar de la dinamica afectiva.

¿Cómo cambian esos procesos subyacentes en el curso de la habituación a un estímulo activador de la emoción?

Después de una exposición prolongada a un estímulo activador de la emoción, el estímulo deja de provocar reacciones emocionales intensas, y la posrreacción afectiva se hace mucho más fuerte cuando cesa el estímulo.

La teoría del proceso oponente explica este resultado asumiendo simplemente que el proceso “b” se fortalece al exponerse de forma repetida a un estímulo. El fortalecimiento del proceso “b” se refleja en varias de sus características.

El proceso “b” se activa más rapidamente una vez presentado el estímulo, su intensidad máxima aumenta, y desciende más lentamente cuando cesa el estímulo.
Por el contrario, se supone que el proceso “a” permanece inalterable.

En conclusión, después de la habituación el proceso oponente se opone con más fuerza a las respuestas emocionales primarias.

Este efecto de la habituación reduce la intensidad de las respuestas emocionales primarias que se observan durante la presentación del estímulo activador de la emoción. Y también da lugar a una excesiva posrreacción afectiva cuando se retira el estímulo.


Ejemplos de procesos oponentes.

El amor y el apego.

Los recién casados están normalmente muy entusiasmados y se muestran muy cariñosos uno con otro cuando están juntos. Esta reacción emocional primaria sufre habituación conforme pasan los años. Gradualmente la pareja de va asentando y llega a mantener una cómoda relación que carece de entusiasmo de la luna de miel.

Sin embargo esta habituación de la reacción emocional primaria va acompañada de un fortalecimiento de la posrreacción afectiva. Cuanto más tiempo haya pasado junta una pareja peor se sentirá cuando se separen, y más durará su malestar (“la distancia aumenta el cariño”).

Después que una pareja haya vivido junta varias décadas, es muy probable que la muerte de uno de ellos cause gran aflicción al que sigue vivo. Esta fuerte posrreacción afectiva es llamativa, sobre todo si se tiene en cuenta que, a esas alturas de su relación, la pareja puede haber dejado de mostrar signo alguno de afecto.

Entre padres e hijos se dan efectos emocionales semejantes. Los hijos que han vivido con sus padres mucho tiempo dejan de mostrar amor o afecto hacia ellos. Cuando los adolescentes mayores, o los adultos jóvenes, están dispuestos a marcharse de su casa, es más probable que se quejen de sus padres y no que los alaben. A pesar de que los hijos no muestren de forma abierta el cariño hacia sus padres, es probable que cuando se trasladen sientan nostalgia. Los padres también echarán de menos a sus hijos. Este estado representa la posrreacción afectiva. Tanto para padres como para hijos, los muchos años de convivencia sirven para fortalecer la posrreación afectiva que acompaña a una separación.


El paracaidismo.

El paracaidismo es un deporte muy poco corriente, con el que algunas personas disfrutan enormemente. Aquellos que no practican este deporte se extrañan de que otros lo encuentren divertido.

Por supuesto poco hay de divertido en dar el primer salto. Las personas inexpertas invariablemente se asustan al saltar desde un avión. Los estudios han mostrado que en ese momento presentan una activación fisiológica máxima, y sus expresiones faciales indican que están que están aterrorizados. Esta es la reacción emocional primaria del salto. Cuando los saltos se repiten, la reacción afectiva primaria se habitúa, mientras el proceso oponente se fortalece.

Como la reacción emocional primaria es el terror, la respuesta oponente es el júbilo.

En los saltadores muy expertos el proceso primario queda anulado por el proceso oponente y no se aterrorizan por el salto. El fortalecimiento de la reacción oponente es también evidente en su posrreación afectiva cuando llegan al suelo.

Los saltadores expertos están eufóricos y exultantes cuando tocan tierra y esos sentimientos positivos pueden durarles varias horas. De hecho, la posrreacción afectiva es mucho más agradable que el salto mismo y puede suponer la mayor parte del placer derivado del salto.
La drogadicción
Muchas drogas se toman principalmente por sus efectos emocionales. En muchos casos, los cambios emocionales que se producen con la primera y las posteriores administraciones de la droga están descritos con precisión por la teoría del proceso oponente de la motivación.

La teoría del proceso oponente predice que las drogas psicoactivas producirán un efecto emocional bifásico las primeras veces que se tomen.

Cuando la droga es activa se experimenta un conjunto de respuestas emocionales (la respuesta afectiva primaria), y cuando la droga desaparece, tienen lugar las emociones opuestas (posrreacción afectiva).

Estos cambios bifásicos son evidentes con distintas drogas psicoactivas, como el alcohol, los narcóticos (como la heroína), las anfetaminas y la nicotina. La secuencia de efectos del alcohol es muy conocida.

Poco tiempo despues de tomar la droga las personas se encuentran tranquila y relajada porque la droga es basicamente un sedante. La posrreacción oponente se manifiesta en dolores de cabeza, náuseas y otros síntomas de la resaca.

En el caso de las anfetaminas, la droga crea sentimientos de euforia, bienestar y autoconfianza, insomnio y un sentimiento de control de la situación. Después de pasado este efecto, la persona se suele sentir fatigada, deprimida y amodorrada.

La teoría del proceso oponente predice que cuando el consumo de la droga es frecuente, la respuesta emocional primaria se debilita y la posrreacción oponente se fortalece. La habituación de las reacciones primarias a la droga es un ejemplo de tolerancia a la droga, en el que el efecto de la droga desciende con la repetición de las dosis.

A los consumidores habituales de alcohol, nicotina, heroína, cafeína y otras drogas no les afecta tanto la ingestión de la droga como a los novatos. La cantidad de alcohol que un bebedor accidental le pondría un poco achispado, es probable que no tenga ningún efecto en el bebedor habitual. Los bebedores habituales tienen que consumir mucho más alcohol para tener las mismas reacciones que los bebedores novatos.

Las personas que fuman muchos cigarrillos, por ejemplo, rara vez obtienen mucho placer al hacerlo. El declive de la reacción primaria a la droga va acompañada de un crecimiento de la posrreacción oponente. Asimismo los, los consumidores habituales de droga experimentan resacas mucho más fuertes cuando se les termina la droga que los consumidores novatos.

Una persona que, por ejemplo, deja de fumar cigarrillos, se volverá irritable, ansiosa y tensa, y tendrá un sentimiento general de insatisfacción.

Cuando alguien que bebe mucho deja de tomar alcohol es probable que tenga alucinaciones, pérdida de memoria, agitación psicomotriz, delirium tremens, y otras perturbaciones fisiológicas. En los consumidores habitules de anfetaminas, la fatiga y la depresión que siguen a los efectos primarios de la droga puede ser tan fuerte que dé lugar al suicidio.

Si los efectos placenteros primarios de una droga psicoactiva desaparecen en el caso de los consumidores habituales, ¿porqué continúan tomándola?, ¿porqué son adictos?

La teoría del proceso oponente sugiere que la drogadicción es, fundamentalmente, un intento de reducir la aversión producida por la posrreacción afectiva a la droga -el mal cuelgue, el bajón de las anfetaminas, la irritación que sobreviene cuando no se tiene el cigarrillo de costumbre-.

Hay dos maneras de reducir la posrreacción aversiva a las drogas.

Una es aguantar todo el tiempo suficiente para que se disipe. Es lo que se conoce como pasar el mono. En los grandes consumidores el mono puede durar mucho y ser doloroso.

La posrreación oponente puede eliminarse mucho más rapidamente si se toma la droga de nuevo. Esto reactivará el proceso primario y cortará los sufrimientos de la abstinencia.

Muchos adictos no estan atrapados por el placer que se deriva directamente de la droga. Más bien toman la droga para reducir los dolores de la abstinencia.


COMENTARIAS FINALES

Las presentaciones repetidas de un estímulo elicitante producen cambios, tanto en las respuestas simples como en las reacciones emocionales más complejas. Los organismos tienden a minimizar los cambios en el estado emocional provocados por los estímulos externos. Según la teoría del proceso oponente de la motivación, las respuestas emocionales estimuladas por un acontecimiento externo se contrarrestran en el organismo mediante un proceso oponente. Se supone que este proceso compensatorio u oponente se fortalece con cada nueva aparición dando lugar a una reducción de las respuestas emocionales primarias si el estímulo se repite con frecuencia. El fortalecimiento del estado emocional oponente resulta evidente cuando se suprime el estímulo.

La habituación, la sensibilización y los cambios de intensidad del proceso oponente son los mecanismos más simples por los que el organismo ajusta sus reacciones a los acontecimientos ambientales en base a la experiencia previa.



PRINCIPIOS DE APRENDIZAJE Y CONDUCTA.
Edit. Debate. Autor Domjan y Burkhard
pag. 67-75

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