lunes, 21 de mayo de 2012

DAR Y RECIBIR AMOR



"Hay personas que envuelven con cariño a los demás, pero, en cambio, les cuesta aceptarlo. A otras les pasa lo contrario. No es fácil encontrar el equilibrio entre dar y recibir. Pero en eso consiste uno de los secretos de la vida: en aprender a querer y a ser querido.

Las relaciones humanas suponen reciprocidad: dar y recibir. La reciprocidad va más allá de la mutua necesidad, pues esta implica dependencia. En las relaciones dependientes, la persona que da lo hace en buena medida para recibir, estableciéndose una dinámica en la que las dos partes se acoplan cómodamente hasta que ocurre algo que estropea la compenetración. 

Para tener una buena salud mental, no debemos limitarnos a los lazos familiares, por fuertes que estos sean. Es conveniente hacer amigos y establecer relaciones en las que, en algunos casos, nos ocupamos de alguien y, en otros, nos ayudan a nosotros. Y es que ser plenamente humanos significa encontrarnos, tarde o temprano, en uno u otro lugar.

A algunas personas les resulta fácil dar; a otras, recibir. Y al revés: hay personas a las que les cuesta dar, mientras que a otras les cuesta recibir. Por ejemplo, ¿ no has conocido nunca a nadie que se muestra ansioso por ofrecer ayuda, regalos o consejos hasta el punto de resultar molesto? Nos abruman con lo que creen que necesitamos, pero su ofrecimiento proviene de su necesidad antes que de la nuestra.

También se da el caso de quién nunca deja de pedir. Todo lo que demos o hagamos por él nunca le parecerá suficiente. Puede que ello se deba a un sentimiento suyo de incompetencia o de haber tenido un destino injusto en la vida.

Luego está quien da con la mano cerrada, como si le doliera hacerlo. En nuestra relación con esa persona, no obtenemos una satisfacción verdadera ya que sentimos que tiene más para ofrecernos, pero que se lo guarda.Tal vez lo hace por timidez y vulnerabilidad, por miedo a rechacen su amor al haber sido ya herida en el pasado o por no saber de qué forma dar.

Finalmente, también es posible que conozcamos a alguien a quien le cueste mucho recibir, Le hacemos un regalo y obtenemos un "gracias" mecánico. Quizá le cueste recibir amor por orgullo, por vergüenza, por miedo a parecer débil, por desconfianza...

Pero la forma equilibrada y sana de dar y recibir también puede aprenderse.

Dar es un acto de generosidad. Damos amor de muchas y diversas maneras. En nuestra relación con los demás, debemos saber cómo, cuándo y qué dar. A menudo tenemos inclinación a dar lo que nosotros querríamos recibir. Pero esta actitud es egocéntrica, pues ignora el verdadero sentido de la generosidad, que consiste en dar lo que los otros necesitan o quieren"


Basado en articulo de P. Ferrucci y V. Reid

Gentileza de Carmen Maria Valdivia Ruiz




















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