lunes, 4 de enero de 2010

Compasión por los demás


Para ser completa, la compasión ha de orientarse tanto a uno mismo como a los demás.

Actualmente usted puede considerar más fácil comprender, aceptar y perdonar a los demás que comprender, aceptar y perdonarse a sí mismo. O bien puede hallar que es relativamente fácil sentir compasión por sí mismo, pero que le irritan constantemente los fallos de los demás. Ambos tipos de desequilibrio pueden rebajar su autoestima.

Afortunadamente, este desequilibrio se corrige a sí mismo. El sentir una mayor compasión por los demás le hará eventualmente más fácil sentir compasión por sí mismo. El aprender a tomarse un respiro le llevará naturalmente a tener una idea más compasiva de los demás.

En otras palabras, la Regla de Oro actúa tanto en forma directa como inversa: «Ama a tu prójimo como a ti mismo» o «Ámate a ti mismo como a tu prójimo».

Si quererse a sí mismo le parece un desperdicio de afecto, entonces empiece por aumentar su compasión por los demás. Después de que haya aprendido a comprender, aceptar y perdonar los fallos de los demás, sus propios errores no le parecerán tan enormes.

Empatía

Un término más adecuado que el de compasión por los demás es el de empatia. La empatia es una clara comprensión de las ideas y sentimientos de otra persona. La empatia supone escuchar atentamente, formular preguntas, dejar a un lado los propios juicios de valor y utilizar la imaginación para comprender el punto de vista del otro, sus opiniones, sentimientos, motivaciones y situación. La intuición que se alcanza mediante el ejercicio de la empatia lleva naturalmente al proceso compasivo de comprensión, aceptación y perdón.

La empatia no es sentir del mismo modo que siente alguien. Eso es simpatía, una actividad afín pero diferente que no siempre es posible o apropiada. La empatia no consiste en actuar de forma tierna y comprensiva. Eso es apoyo, otra actividad que no siempre es posible o apropiada. La empatia no es tampoco acuerdo o aprobación. La empatia opera fuera y antes de la simpatía, el apoyo, el acuerdo y la aprobación.

Una verdadera empatia es el antídoto definitivo a la cólera y el resentimiento. Recuerde que la cólera la causan sus pensamientos, no las acciones de los demás. Cuando usted se toma el tiempo necesario para comprender minuciosamente los pensamientos y motivaciones de los demás, se cortocircuitan su lectura mental y su hábito de inculpar.

Usted ve la lógica subyacente a las acciones de los demás. Puede coincidir o no con esa lógica o gustarle o no sus acciones, pero las comprende. Llega a ver que una verdadera maldad y bajeza son raras, que la gran mayoría de personas buscan placer o evitan el dolor de la forma que les parece mejor. Ve usted cuan poco entran en la ecuación su valía o acciones. Usted es libre de aceptar los hechos, perdonar al ofensor y avanzar.

June era una asistente social que con frecuencia tenía discusiones con su supervisor. June pensaba que los clientes iban primero y que las tareas burocráticas eran lo secundario, por lo que solía retrasarse en sus estadísticas e informes semanales y mensuales.

Se mostraba muy crítica hacia la insistencia de su supervisor en cumplir con esas tareas, pensando que realmente a éste no le importaban tanto los clientes como cumplir con el papeleo.

Esta situación mejoró después de que June tuvo una larga conversación con su supervisor en una fiesta del personal. Hizo conscientemente un esfuerzo por escuchar y comprender el punto de vista de su supervisor. Mientras hablaban, se abstuvo de realizar sus habituales observaciones sarcásticas o acusatorias. Su supervisor se mostró gradualmente más afable, dejando traslucir parte de su vinculación y sentimientos. Le contó cómo una vez había perdido una cuantiosa beca y había echado a perder un programa de extensión por equivocar los papeles. Este gran fallo le había enseñado que hacer un buen trabajo burocrático era una condición necesaria para rendir como asistente social. Tras esta conversación, June estuvo mucho mejor dispuesta hacia su supervisor. Su ejercicio de empatía se tradujo en una mejor relación de trabajo.



Autoestima: evaluación y mejora. Pág 88-89. McKay y Fanning. Martínez Roca

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