jueves, 20 de agosto de 2009

La viveza criolla


El más vivo.-

En nuestra sociedad la “viveza criolla” es casi un mal endémico. Este término se refiere a una persona que trata de sacarle partido de mala manera a cualquier situación que implique seguir ciertas reglas para obtener un resultado. Esta “viveza” se relaciona precisamente con saltar las reglas, hacer caso omiso de ellas, abusando del débil o adquiriendo un poder dado por otros, un padrino, en estos casos, cuyo respaldo hace que uno obtenga sin usar las reglas lo que quiere. Todos hemos sido víctimas de un modo o de otro de esta “viveza” que va desde alguien que se mete en la cola, no respetar los cruceros peatonales, tocar claxon a las personas mayores que cruzan la calle, robar, estafar, mentir, en pequeña, mediana o gran escala. Todos nos quejamos cuando estamos del lado de los abusados, todos sonreímos cuando nos toca el lado del abusador.

¿De dónde surge esto? ¿Dónde y cómo lo aprendemos?

Si bien el colegio supone una gran influencia en nuestras experiencias de vida, Humberto Maturana decía que para cuando vamos al colegio “ya es tarde”, con esto se refería a los aprendizajes que realizamos dentro del seno de la familia a la que pertenecemos, qué mensajes recibimos y qué comportamientos son premiados o sancionados. He aquí un ejemplo: Es el cumpleaños de Sebastián, cumple 4 y sus amigos están listos esperando que se rompa la piñata. De pronto un chico como de unos 12 años, que no es uno de los invitados, aparece del otro lado del lugar donde se celebra el cumpleaños, empuja con violencia a los niños y se agarra todas las cosas que había dentro de la piñata. Al ver esto el papá de Sebastián se acerca a donde están los padres del niño mayor, ellos lo miran y se ríen, el padre le dice, es solo un juego. Si mi hijo es más vivo, no es mi culpa.

Abusar de los niños pequeños no puede ser un juego. Y más aún cuando los padres actúan como espectadores y apoyan este tipo de comportamientos. En el caso de este niño, el abuso es visto por sus padres como un acto de viveza. Y ellos celebran la “viveza” como un valor importante.

Si tenemos en cuenta que a medida que los niños crecen, se identifican con el adulto que los educa, entenderemos entonces, que lo que este niño hizo con los pequeños no es algo que tiene que ver con que nació así o con la información contenida en sus genes solamente. A través de sus respuestas los padres le enseñan una forma de comportarse, de relacionarse con los otros e incentivan una forma de ver y estar en el mundo que de plano niega el respeto por los otros. Y gracias a este aprendizaje este niño seguirá comportándose de esta manera, pues hasta acá, nadie le ha enseñado algo diferente.

Es así que este modelo de la “viveza” como un valor, donde el más vivo, en general es el más abusivo, en realidad relativiza lo que es importante para la convivencia entre los humanos, la responsabilidad por el respeto hacia los otros.


Fuente: Diario "La República"
Autora: Nelly Chong García
Recopilado por: Angelica Canales Goycochea









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