jueves, 18 de diciembre de 2008

Así se lava un cerebro (brainwashing) o la tortura moderna


El termino de "lavado de cerebro" empezó a utilizarse en la década de los 50, pero las técnicas son mucho más antiguas y derivan, en general de la tortura. En 1950 un periodista estadounidense llamado Edward Hunter acuñó este termino  para describir lo que estaba ocurriendo con los soldados de la guerra de Corea. Algunos soldados que regresaban a Estados Unidos, convertidos ya en civiles, cambiaban completamente su modo de pensar y se dedicaban a denunciar el estilo de vida estadounidense y todo lo que significaba. Aquello representó un escándalo, nadie entendía qué estaba sucediendo. 

 
La profesora Kthleen Taylor del departamento de Fisología de la Universidad de Oxford y su exitoso libro "Brainwashing: The Science Of Thought Control (lavado de cerebro: la ciencia del control del pensamiento, oxford University Press, 2004), expuso al respecto: "pensabamos que nuestro cerebro era como un diamante, que no se podía "romper", pensabamos que podíamos conservar siempre nuestros recuerdos y que había una parte de nosotros mismos que jamas variaría. Esta investigadora llama a esa idea "solidez". Resulta muy útil pensar en uno mismo como un elemento que no cambia mucho. Ello nos tranquiliza. Y nos hace más fácil. Sin embargo, no es verdad.

 
"La gente subestima hasta qué punto su cerebro y su yo pueden cambiar, el lavado de cerebro (o brainwashing) no es más que una de estas modificaciones. 

 
Pero lo que sé es el lavado de cerebro, dice esta investigadora, se tiene que llevar a cabo en dos fases: en primer lugar hay que eliminar las creencias anteriores y, en segundo término, hay que instaurar las nuevas creencias".

 
En el caso de los soldados estadounidenses de la guerra de Vietnam, los torturadores debían conseguir eliminar de la mente de los combatientes la creencia de que el estilo de vida occidental era bueno y, posteriormente, debían conseguir instalar en sus cerebros la creencia de que el comunismo era bueno" 

 
La técnica que utilizan estos acosadores es en primer lugar, aislar a la víctima, alejarla de sus seres queridos y de su entorno de este modo, las creencias de la victima son las de siempre, pero no hay nadie que las reafirme. Si el manipulador, además, controla todo lo que la víctima ve, oye y piensa, la identidad del sujeto se verá debilitada.


Las denuncias por violencia doméstica no dejan de aumentar año tras año en el mundo. Bajo  la presión del agresor, las víctimas lentamente se alejan de la familia y los amigos, y se convierten en un blanco fácil para sus maltratadores. Con la autoestima por los suelos y todos sus proyectos frustrados, piensan que el problema es suyo y la culpabilidad las mantiene al lado de su agresor. Se someten por completo a la autoridad cruel y sin límites de un pequeño tirano y delincuente doméstico sin piedad. Pero no sólo en estos casos hay manipuladores psicológicos.

 
Aprovechando estos momentos de debilidad, el manipulador pone en duda las creencias de la víctima. Le crea incertidumbre y, por lo tanto, estrés. Nuestro cerebro nos permite resistir a influencias externas, pero es muy vulnerable en situaciones prolongadas de intenso estres. En estas circuntancias se bloquea la capacidad del cerebro de la víctima para detenerse y pensar. Si la victima duda de sus creencias, necesita alternativas... y allí está el manipulador para ofrecerle esas nuevas creencias a su gusto.


En los casos más radicales de lavado de cerebro, el miedo, la pena o la soledad obligarán a una persona a ceder. No podrá soportar la presión y cambiará su modo de pensar y de ser. Las nuevas creencias quedarán íntimamente ligadas a estados emocionales extremos y la víctima se verá irremediablemente atrapada en su nueva percepción de la realidad.

 
Para ello, el mensaje del manipulador será corto, coherente y simple. La víctima responderá a el automáticamente sin pararse a pensar. Este mensaje se le repite a él automatícamente sin pararse a pensar. Este mensaje se repite varias veces para romper su resistencia y conseguir que se familiarice con el, pero estas técnicas precisan la implicación de las emociones de la víctima. Para conseguir esa implicación, acompañana sus antiguas creencias con imágenes negativas. Así, ahora odiará lo que antes amaba.

 
Aislamiento, control, dejarle sin estímulos y/o sin alimentos, crearle incertidumbre, repetición del mensaje y manipulación emocional son las terroríficas técnicas que algunas personas utilizan para lavar el cerebro de sus víctimas y cambiar sus creencias.


La neurobiología actual muestra que el cerebro es un sistema dinámico y modificable. Algunos individuos aprovechan esta maleabilidad para lavar el cerebro a otras personas, para cambiar sus creencias, sus ideas y su comprensión del mundo. Tanto las víctimas como sus manipuladores son hombres y mujeres reales, y muchos están a nuestro alrededor.


En el proceso de lavado de cerebro, la idea se forma por la invasión de información: lo que se ve, lo que se oye, la disposición de los objetos, la conducta de los demás...Todo se dirige hacia esa nueva idea. "si hay muchas personas que constantemente te dicen lo mismo y no hay nadie que te ofrezca algo distinto, la realidad se convertirá para ti en lo que esa gente te diga. No hay nada más, no hay opciones, no hay fuentes alternativas de información".


Por esa razón es importante detenerse y reflexionar, es esencial el pensamiento crítico, nuestra única defensa es la corteza prefrontral. Esa parte de nuestro cerebro es la que nos dice: "Espera. Detente. Piensa" Aunque, según la profesora Taylor, es todo el cerebro en su conjunto el que opera así, la corteza prefrontal lo hace más lentamente que el resto del cerebro. Es como si las áreas neuronales interactuaran y conversaran entre sí.. Cuando reciben una estímulo, se activan muchas áreas, casi como si tuvieran una conversación".


En el cerebro fluye la decisión y se consigue una acción y una respuesta. 
 

Stanley Milgram, un famoso Psicólogo social que trabajó sobre los conceptos de autoridad y sumisión en los grupos humanos ("obediencia a la autoridad", Desclée de Brower, 2006), mencionaba algunos datos espeluznantes: su investigación demostró que 2 tercios de la población pueden comportarse de un modo cruel y maligno por el simple hecho de que una autoridad se lo ordene. El secreto para entregarse a la crueldad es desprenderse de la responsabilidad: libres del sentido de culpa, aparece el lado más oscuro de la naturaleza humana.


Humberto Trujillo, profesor de Psicología Social de la Universidad de Granada, pensaba que "detras del lavado de cerebro lo que hay es una situación de comunicación persuasiva, que se puede dar a varios niveles, más o menos agresiva y más menos violenta, creando en la víctima debilidad, desasosiego y dependencia. Si esa comunicación se produce en los momentos oportunos y con las fases adecuadas, la víctima caerá en la manipulación mental, o en otras palabras, se le habrá lavado el cerebro, para lo que se necesita que esté en una situación de estres máximo. Ese debilitamiento permitirá que se le vaya comiendo terreno y se le pueda ir manipulando.

 
El lavado de cerebro, dice este profesor, consiste en quebrar la realidad física de una persona, porque en realidad se le está quebrando el sistema nervioso central y el sistema endocrino mediante ciertos estados emocionales y anímicos. Cuando eso ocurre, la persona entra "en pérdida" y una persona en ese estado orgánico es muy fácilmente sugestionable; si además se produce un aislamiento de estímulos, caerá en una crisis de tal nivel que empezará a dudar de todo, incluso de los despropósitos o las malas intenciones del comunicador asertivo. En ese momento, la persona es vulnerable, dependiente, se ha roto su resistencia psicológica como consecuencia del debilitamiento físico; ahora está dispuesta para el ataque y la modificación".

 
Esto es un extracto del libro "EL ALMA ESTA EN EL CEREBRO". de Eduardo Punset. 


Mª Dolores Rivas