miércoles, 4 de junio de 2008

EDUCACIÓN NO FORMAL


Entendiendo a los niños. Variables de personalidad

El desarrollo del niño de 9 a 12 años.


1. Autoestima baja – Autoestima Alta


La autoestima es el aprecio que uno siente por sí mismo. Ya os podéis imaginar lo importante que es fomentar una autoestima positiva en los niños.


Éstos son algunos de los indicadores que podéis observar para valorar el nivel de autoestima de los niños.


Autoestima baja

Autoestima alta

-Incapacidad de encontrar cosas positivas en uno mismo.

-Compararse constantemente con los demás en un polo negativo.

-Sentimientos de culpabilidad.

-Sentimientos de incapacidad.

-Sentimientos negativos respecto al futuro.

-Preocupación excesiva por lo que los demás piensan de uno.

-Odio hacia alguna parte del cuerpo.

-Tendencia al aislamiento.

-Empobrecimiento de las relaciones sociales.

-Eludir lo nuevo y evitar lo desafiante

-Afirmación de la propia capacidad.

-Compararse con los demás en un polo positivo o no compararse.

-Sentimientos de afrontamiento.

-Sentimientos positivos respecto al futuro.

-Poca preocupación por la evaluación de los demás.

-Aceptación de las propias limitaciones.

-Interés por lo nuevo y los desafíos.

-Satisfacción con el propio cuerpo.

-Riqueza de las relaciones sociales.

-Vinculación con determinadas personas en una relación especial.


Y éstas son algunas cosas que afectan al nivel de autoestima.


Para bajar la autoestima

Para subir la autoestima

-Restringir los movimientos del niño.

-Reducir las relaciones sociales del niño.

-Empobrecer el ambiente eliminando los estímulos.

-Facilitar o dificultaren exceso las tareas de los niños.

-No dar la posibilidad de tomar decisiones.

-No dar la posibilidad de afrontar retos.

-Negar la posibilidad de tener experiencias novedosas.

-Insultar, castigar y menospreciar.

-Ignorar y aislar al niño.

-Comparar al niño con otros niños.

-No premiar ni reforzar. No alabar.

-Orientar la atención hacia los aspectos negativos del niño.

-Confrontar al niño con su rendimiento deficiente y con sus errores, hándicaps y disfunciones.

-Negar la capacidad de autosuficiencia del niño.

-Ampliar los movimientos del niño.

-Aumentar las relaciones sociales del niño.

-Enriquecer el ambiente con nuevos estímulos.

-Fomentar el esfuerzo consciente del niño en la realización de tareas.

-Facilitar el éxito tras el esfuerzo.

-Fomentar los procesos de toma de decisiones.

-Aumentar las posibilidades de asumir retos y metas a corto plazo.

-Diversificar los centros de interés del niño.

-Agradecer, valorar y alabar al niño.

-Premiar y reforzar al niño constantemente.

-Orientar su atención hacia los aspectos positivos de sí mismo.

-Confrontar al niño con sus éxitos y capacidades.

-Reafirmar la capacidad de independencia del niño.


En realidad, para conseguir un nivel adecuado de autoestima sólo tenéis que hacer tres cosas:


1º. Siempre orientar al niño a que reflexione sobre las cosas buenas que tiene. Una buena forma es demostrarle lo mucho que lo apreciáis y lo especial que es para vosotros.


2º. Proporcionarle muchas experiencias para que pueda tener éxito temprano. Tener éxito es importante porque es la demostración más palpable e indiscutible de que uno vale. Si podéis conseguir que el niño crea que vale, fomentaréis su autoaprecio.


3º. Dejar que piense siempre que vosotros creéis que puede hacerlo. Confiar en el niño es como decirle que vosotros ya sabéis que vale mucho.


Autoconcepto inestable – Autoconcepto estable


El autoconcepto es el conocimiento que la persona tiene sobre sus limitaciones, capacidades, metas y recursos en general. Se podría decir que es el conocimiento que uno tiene sobre sí mismo.


Sólo hay una forma de conseguir una imagen realista de uno mismo: haciendo una gran variedad de cosas. De esa forma aprendemos lo que se nos da mejor (capacidades) y lo que se nos da peor (limitaciones) y más que eso: aprendemos a tolerar nuestras propias imperfecciones y aprendemos a mejorar nuestras capacidades.


Ansiedad – Seguridad


La ansiedad es el miedo que se produce cuando uno se enfrenta (de modo real o imaginado) a una situación que creemos excede nuestras capacidades para superarla. Básicamente es miedo. Su ausencia implica seguridad; su existencia implica miedo e inseguridad.


El problema del miedo es que bloquea el proceso de toma de decisiones. Un niño con miedo es más remiso a ponerse en situaciones nuevas, a asumir riesgos necesarios, etc...


Cuando una persona tiene mucho miedo, deja de decidir por ella misma y permite que el miedo decida por ella. Pasan mucho tiempo tratando de asegurar sus vidas escapando de la inseguridad y la incertidumbre. Todo esto empieza a desarrollarse en la infancia.


El mejor antídoto contra el miedo es la formación de una autoestima muy elevada, ya que permite al niño afrontar el miedo cuando surge y de esta forma desaparece. Un niño con la autoestima baja, reacciona ante el miedo con conductas de evitación y escape que fortalecen el temor.


Baja motivación al logro – Alta Motivación al logro


La motivación al logro es la capacidad de asumir retos o superar dificultades con la firme convicción de que se superarán en base a las propias capacidades.


Por supuesto, lo deseable es que los niños quieran lograr cosas y se orienten de manera natural hacia el éxito. Sin embargo esto sólo sucede cuando los niños experimentan el éxito frecuentemente. Un niño que no tenga éxito, no sabrá en qué consiste y no se orientará hacia él.


No debe sorprendernos entonces que muchos niños que experimentan fracaso constantemente se orienten hacia el fracaso y que termine dándoseles condenadamente bien fracasar.


Lugar de control externo – Lugar de control interno.


El lugar de control es el sitio en el que la persona deposita la responsabilidad de lo que le sucede. Un lugar de control externo implica atribuir nuestros éxitos y/o fracasos a cosas que no dependen de nosotros, como la mala suerte, la "manía" de un maestro o el destino inevitable. Un lugar de control interno significa que atribuimos nuestros éxitos y/o fracasos a factores internos como el esfuerzo, la dedicación, la constancia, las propias capacidades, etc...


Está claro que "echar la culpa" de nuestros fracasos a cosas que están fuera de nosotros nos evitan la responsabilidad de tener que solucionarlas. Si la culpa de un mal resultado en el colegio la tiene un maestro "hueso", no puedo hacer nada para solucionarlo: haga lo que haga, no puedo cambiar al maestro.


Es debido a esto, que todos los educadores buscamos colocar el lugar de control en el interior del niño, ya que si el responsable de lo que le pasa es él, él mismo tiene la responsabilidad de solucionarlo.


Inhibición – Agresividad.


Estos polos representan la forma en que reaccionamos ante las peticiones o demandas de los demás o la manera en que nosotros las formulamos a los otros. Las personas inhibidas nunca se salen con la suya y son presionadas, convencidas y manipuladas por los demás. Las personas agresivas, sin embargo tienden a explotar a los demás, imponer sus criterios, salirse con la suya a costa de la pérdida de derechos de los demás y forzar a los otros a que acepten sus propios puntos de vista con violencia.


En el término medio de este factor bipolar se encuentra lo ideal y se llama Asertividad (defender los propios derechos y aspiraciones sin inhibición ni agresividad).


A casi nadie le gustan las personas inhibidas ni agresivas, así que debemos entrenar con los niños las respuestas asertivas. Pero ¡ojo!, sólo pueden ser asertivas las personas que se aprecian, que se saben con derecho a disfrutar de privilegios legítimos y que se orientan hacia el éxito. Es decir, antes de buscar comportamientos asertivos, debemos fomentar en los niños todas las variables de personalidad que hemos visto anteriormente.


Introversión – Extroversión.


Describe un estilo característico de relación con los demás. El introvertido se esconde de los demás en su propio interior. Encerrándose en un capullo social del que sólo sale en ocasiones en las que, o bien no tiene más remedio o bien se siente seguro. El extrovertido siempre está volcado hacia el exterior y disfruta con plenitud de la relación social con todo tipo de personas.


No podemos hacer demasiado al respecto, ya que es una de las primeras variables de personalidad que se decanta. Muchos autores opinan que forma parte de eso que llamamos "carácter", es decir, nuestras tendencias innatas e inmodificables. En fin, lo que nos interesa saber son dos cosas:


1º. Es parecido a la mano dominante: puedo ser diestro o zurdo y las dos cosas son igual de buenas siempre y cuando no trate de contrariar la tendencia natural. Me explico:


Da igual que el niño sea introvertido o extrovertido. Igual. Lo que sucede es que los educadores prefieren que sus niños sean extrovertidos porque creen que eso les facilitará el éxito, de la misma forma que prefieren que sus niños sean diestros y no zurdos porque este mundo está diseñado para diestros.


En los tiempos que corren pensar así es una estupidez: Hay un montón de tareas que requieren un nivel de introspección que sólo alcanzan los individuos de personalidad introvertida. Es más, pensar que un introvertido va a tener dificultades en la vida es como creer que un extrovertido acabará como un consumidor habitual de pastillas de éxtasis en fiestas de discotecas.


El problema viene cuando los educadores tratan de poner a sus niños tímidos en situaciones de evaluación social (forzando la interacción con los demás), aumentando mucho las posibilidades de que desarrollen algún tipo de ansiedad social.


Rigidez – Flexibilidad.


Describe un estilo de pensamiento y de percepción del mundo. Las personas rígidas encuentran difícil admitir el cambio, que les crea una inseguridad e incertidumbre inaguantables. Las personas flexibles siempre están experimentando, cambiando e incorporando las cosas nuevas que pueden serles de utilidad. No se asustan de las innovaciones y gustan de experimentar. Nunca defienden puntos de vista inamovibles.


Debemos orientar al pensamiento de nuestros niños hacia la creatividad, la expresión sincera de las propias ideas, la aceptación de diferentes puntos de vista, la pluralidad y el respeto por la manera de vivir de los demás.


Siempre que decís: "niño, no digas tonterías" o juzgáis como conveniente o no una opinión de vuestros niños, estáis guiando su pensamiento hacia la estrechez y el convencionalismo social.


Esa muy posible que vuestros niños lleguen a ser gays, lesbianas, vivan con otras personas sin casarse, decidan cambiar de país o de ciudad, estudiar algo que "no sirve para nada" o ser artistas... ¡Es muy posible! Y si admitimos que ninguna de estas cosas es mala en sí misma, y si admitimos que, por otra parte es inevitable que las personas tomen sus propias decisiones, descubriremos que vuestros niños tomarán la decisión correcta siempre y cuando lo hagan con libertad y sólo serán libres si vosotros liberáis sus ideas.


Dependiente – Independiente.


Describe un estilo de ubicación en el mundo social. Las personas dependientes necesitan de la atención y cuidados de los demás como caja de resonancia para poder percibirse como reales. Las personas independientes se bastan a sí mismas y en ocasiones tienen dificultades para vincularse emocionalmente a otras personas.


La vinculación, la dependencia y el apego son variables que se condicionan muy pronto, de forma muy compleja y duradera. No hay nada que los educadores que no sean psicólogos o psiquiatras puedan hacer para modificar estas reacciones. Sólo tras muchos años de terapia, puede una persona dependiente romper su dependencia y vivir de manera independiente e incluso así siempre tenderá a vincularse emocionalmente a alguien.


Vosotros no sabéis, en general, demasiado de psicología pero sí sabéis detectar en vuestros niños si son excesivamente dependientes. En este caso, aceptadlo sin reforzarlo como parte de la personalidad del niño a vuestro cargo.


Despreocupado – Consciente.


Alude al sentido de la responsabilidad que nace de la idea primaria de deber. Una persona despreocupada prácticamente no da importancia a casi nada ni se siente obligada a asumir ningún rol, respetar ningún compromiso ni establecer límites de ningún tipo. Por el contrario la persona consciente no sólo es capaz de todo esto sino que además en ocasiones se ve atrapada por sus promesas y compromisos internos. Son conscientes sobre todo de las consecuencias de sus actos.


Sumiso – Dominante.


Describe una pauta de relación con los demás. La persona sumisa busca vincularse a alguien que le organice la vida, que asuma la responsabilidad sobre su vida, plegándose de esta forma a todas y cada una de las exigencias del otro incluso aunque no sean de su agrado. La persona dominante es la parte complementaria del sumiso. Una persona dominante necesita de personas sumisas y viceversa. La persona dominante asume su propia responsabilidad y la responsabilidad sobre la vida de la persona a la que domina de modo "irresistible".


Gentileza de Ana Alegre